La carta como medio de comunicación personal desaparece. El móvil, Internet, las aplicaciones de grupos y redes sociales suponen una rapidez de intercambio y una comodidad de respuesta indiscutibles, sepultando el acto de sentarse a escribir a mano o en el ordenador y obligarse a redactar un texto ameno, personal e íntimo, comprar un sobre y enviarlo, cuando puedes resumirlo todo con frases cortas de un buscador, una foto, un vídeo y un montón de emoticonos e incluso mensajes de voz y música, que bien utilizados también despiertan tu creatividad.
El uso inmediato de los nuevos medios ha convertido la carta personal en un medio literario, y la falta de uso de la escritura, hace que las personas cada vez se sientan más inseguras a la hora de redactar y escribir, aunque sea de forma coloquial y no tenga ninguna trascendencia lo que van a decir,dispongan de correctores orcográficos y grumaticuales, reduciendo la capacidad de expresar y explicar conceptos y emociones.
Puede que estemos efectivamente en una nueva era de la comunicación, como dicen los sociólogos, el cerebro humano se está adaptando a leer mensajes breves, muy visuales y responder del mismo modo. Los niños desde muy pequeños son expuestos a descargas de imágenes cada vez más rápidas que a algunos mayores ya les cuesta seguir (recuerdo una peli "antigua"que hablaba de un futuro con imágenes de anuncios insertadas subliminalmente que hacían explotar en sus sillones a los espectadores más sedentarios, los blipanuncios) Los jóvenes actuales tienen cada vez más dificultades para leer y comprender textos largos, novelas, cuentos y relatos.
Tal vez la carta desaparecerá por completo ( factura electrónica, propagandas en móviles y redes, avisos oficiales con certificación de recibo digital...) pero, al igual que las partituras de música, la fuerza que transmite un mensaje escrito en tinta sobre un papel en blanco, permanecerá imborrable como uno de los más increíbles logros de la creación humana.
La carta podrá convertirse en un lujo, un objeto caro y muy especial, que tendrá su canto del cisne como una moda pasajera, para terminar expuesta en el museo de las bibliotecas o bibliotecas-museo del futuro, junto con el libro.
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